Esta balada, imitación de las que abundaron durante el Romanticismo alemán, comienza en la mayor negrura y quietud. Una pared de ladrillo repleta de nichos y una capilla coronada con cruz de hierro nos sitúan desde el comienzo en las inmediaciones de un cementerio. La soledad y el silencio gobiernan tal escenario con plenos poderes. Entre la quietud de los árboles, el narrador percibe de repente una sombra que se mueve. Y en efecto, encuentra una sombra de potente blancor sobre una losa fúnebre; una sombra que no es sino una muchacha afligida por hondo dolor. Antes de marchar, deja sobre la lápida un ramo de flores. Al acercarse a ella, una muchacha de unos quince años, la asusta y cae desmayada. Movido por hondo amor se dedica a cuidarla y, así, conoce su historia y motivaciones.

Casualidad • Muerte • Romanticismo