La Ilustración Ibérica
La Ilustración Ibérica, subtitulada como semanario científico, literario y artístico
, comenzó su andadura el 6 de enero de 1883. Esta cabecera fue editada por Ramón Molinas, cuyo establecimiento tipográfico se encontraba en el número 17 de la calle Villarroel de Barcelona, y dirigida por Alfredo Opisso hasta el 31 de diciembre de 1898, alcanzando los 835 ejemplares publicados. Con formato folio mayor, al principio constaba entre ocho y doce páginas, aunque posteriormente llegaría hasta las dieciséis.
En su cabecera original, diseñada por Luis Labarta y sujeta a cuatro modificaciones a lo largo del tiempo, aparecían los retratos de Camoens, Cervantes y Homero. Bajo ella se expresaba que el semanario estaba redactado por los más reputados escritores de España y Portugal e ilustrado por los mejores artistas del universo
. Así pues, se propuso como garante del iberismo cultural de la Restauración española, contando como objetivo principal la popularización de la literatura y el conocimiento del pensamiento portugués en España.
Se distribuyó también por la América española y portuguesa, así como por el resto del continente europeo. Con un precio en España y Portugal de 0,15 pesetas cada ejemplar (10 céntimos más desde 1885), estuvo dirigida a la clase media-alta, siendo bien aceptada por el público femenino. Así, desde enero de 1887, con periodicidad mensual, se regaló con el semanario El Mundo de las Damas, con ocho páginas ilustradas y con textos a cargo de Josefa Pujol de Collado.
Se trataba de una publicación profusamente ilustrada, con una media de diez grabados en cada número, a los que se sumaba otro central a doble página encuadernado en cartivana para su enmarcado. Dichos grabados consistían en retratos, reproducciones de obras pictóricas, paisajes, edificios monumentales, personajes históricos y estampas costumbristas. Además, fue una de las primeras revistas en reproducir fotograbados, ya a finales del año 1883. Entre sus características se destacan su gusto por las corrientes del Romanticismo tardío, el Prerrafaelismo y el Simbolismo, así como la incorporación del color a a las cubiertas y que la gran mayoría de las ilustraciones fueron reproducciones de revistas extranjeras sin referenciar su autoría.
En relación con sus contenidos textuales fue una publicación de corte clásico, dividiéndose en cuatro apartados generales: «La Semana», por Eduardo Blasco; «Bosquejos Nacionales», por Patrocinio de Biedma; y dos colaboraciones literarias debidas a la pluma de diversos autores. Entre ellos se suelen destacar las firmas de Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas ‘Clarín’, Ricardo Blanco Asenjo, Teófilo de Braga, Ramón de Campoamor, Antonio Cánovas del Castillo, Emilio Castelar, Rafael Castillo, José Echegaray, José Zorrilla, Manuel del Palacio, Adolfo Marsillach, Francisco Pi y Margall, Rafael Altamira y ‘Kasabal’, entre otros muchos, abundando más los españoles que los portugueses.
A todos estos nombres, principalmente canónicos, queremos añadir nosotros unos cuantos más: Florencio Moreno Godino, Eduardo de Lustonó, Eduardo de Palacio, Eugenio Sellés, Ricardo Hernández Bermúdez, Antonio Sánchez Pérez, José María Matheu, Pérez Nieva, Urrecha, José Zahonero, Alejandro Larrubiera, Fernanflor, Vicente Colorado, Ángel Rodríguez Chaves, José de Siles, Blasco Ibáñez, Rafael Torromé, Antonia Opisso, Luis Taboada o Palacio Valdés.