El Liberal
El Liberal inició su andadura de sesenta años el sábado 31 de mayo de 1879. Su origen fue de carácter cismático, pues nació como escisión de El Imparcial debido a que buena parte de su redacción no se tomó a bien la aceptación del régimen monárquico alfonsino. La promulgación de la Ley de Prensa del 7 de enero de 1879 hizo posible su fundación como diario independiente, democrático y liberal progresista.
Se trataba de un diario de gran formato, compuesto a cuatro columnas inicialmente (progresivamente aumentó su número). Su primer director fue Mariano Araús (que ya lo fuera de El Imparcial, así como mano derecha de su propietario Eduardo Gasset y Artime en aquella etapa) y a la redacción inicial se sumaron José Fernández Bremón, José María Anchorena, Julio Vargas Machuca, Eduardo de la Loma, Francisco de Asís Pacheco, Manuel María González, etc. Columnas como «A vuela pluma» y «Plato del día» tendrán la firma de Mariano de Cavia, que a la vez hará crítica taurina bajo el seudónimo de Sobaquillo a partir de su ingreso en la redacción en 1881.
Entre sus méritos vanguardistas se cuentan la introducción de los anuncios por palabras y las necrológicas sin el símbolo de la cruz.
Su éxito fue rápido y, desde el 9 de julio de 1889, ya se subtitulaba como «el periódico de mayor circulación de España». Entre las razones para ello se aducen el equilibrio entre información y opinión, el tono literario de los editoriales y el carácter popular y sensacionalista de sus informaciones (crímenes, suicidios, raptos, timos…).
Su labor en el campo literario fue importante y estuvo liderada por Isidoro Fernández Flórez, quien ya había proyectado y dirigido el suplemento Los Lunes de El Imparcial. El 2 de junio de 1879 ya se publicó «Los Lunes de El Liberal», con el que pretendía emular el proyecto anterior. No obstante, el 4 de enero de 1880 se sustituó por el suplemento llamado «Entre páginas», que aparecía los jueves y domingos. En él destacó la pluma de Miguel Moya Ojanguren, que asumió la dirección del periódico a partir de 1890. Entre los colaboradores de esta etapa se encuentran, entre otros, Eusebio Blasco, Francisco Pérez Echevarría, Francisco Flores García, Florencio Moreno Godino, Fernando Soldevilla, Eduardo de Lustonó, Pedro María Barrera, etc.
El 5 de mayo de 1892 comenzó a publicarse en sus columnas una sección más o menos esporádica titulada «Cuentos ajenos». En ella se insertaban traducciones de cuentistas extranjeros (en su mayoría franceses) con el propósito de presentar modelos de la literatura realista que triunfaba en Europa. Entre los autores más recurrentes de esta sección se encuentran Alphonse Daudet, Anatole France, André Theuriet, Aurélien Scholl, Catulle Mendès, Émile Zola, François Coppée, Guy de Maupassant, Jules Lemaître, René Maizeroy, etc.
Poco después se inició una sección similar para cuentos patrios. Tras tantear varias denominaciones («Cuentos añejos», «Cuentos del presidio») acabó conociéndose como «Cuentos propios». En ella aparecieron desde el 20 de junio de 1892 centenares de cuentos. Entre las firmas destacan, además de la de escritores ya mencionados de las secciones literarias precedentes, Alfonso Pérez Nieva, Antonio Sánchez Pérez, Armando Palacio Valdés, Emilia Pardo Bazán, Ernesto García Lavedese, Eugenio Sellés, Jacinto Octavio Picón, Joaquín Dicenta, José Echegaray, Leopoldo Alas «Clarín», Luis Bonafoux, Miguel Ramos Carrión, Rafael Salillas, etc. Cada vez más esporádicamente, la sección sobrevivió hasta el año 1895.
El 31 de enero de 1896 se probó con una nueva sección literaria diaria, que ocuparía en principio la columna inicial de la primera plana, y que se llamaba «Nuestras decenas». Sin embargo, a la altura del mes de abril de ese mismo año ya se le pierde la pista.
En el año 1901 llevó a cabo una etapa de expansión, creando una cadena de periódicos con el mismo título en Barcelona, Bilbao, Murcia y Sevilla. Cinco años despúes, en 1906, Miguel Moya y Antonio Sacristán (gerente del periódico) crearon la Sociedad Editorial de España, Trust de la prensa al que se adscribieron, entre otros, El Imparcial y el Heraldo de Madrid. Desde 1907 asumió la dirección Alfredo Vicenti, que había ingresado en su redacción en 1896. A su muerte, en 1916, ocupó el puesto Enrique Gómez Carrillo, redactor desde 1893 y redactor jefe desde 1907. A él le sucedió Antonio Moya Gastón, que ocupó el cargo desde 1917 a 1923.
Durante la Primera Guerra Mundial fue declaradamente francófilo, llegando a estar subvencionado por el Comité de Prensa francés.
Hacia los años veinte alcanzó una tirada de 120.000 ejemplares diarios, de los que casi la mitad serán suscripciones, con gran calado entre las capas populares de la pequeña burguesía y las clases trabajadoras. A finales de 1919 una parte de la redacción se escindió para crear un periódico más escorado a la izquierda: La Libertad.
En 1923 se vendió el diario a los hermanos Manuel y Juan Busquets. Se nombró director a Eduardo Rosón, pronto sustituido por Francisco Villanueva, que ejerció hasta 1927, oponiéndose radicalmente a la dictadura de Primo de Rivera. Durante esta época destacó entre sus colaboradores Miguel de Unamuno, aunque también se cuentan los nombres de Luis Araquistáin, Ramón Pérez de Ayala o Artemio Precioso.
El Liberal contribuyó desde su tribuna al advenimiento de la II República y, durante la misma, se posicionó en la izquierda moderada. Durante la Guerra Civil, entre 1937 y 1938, fue director Emilio Ayeusa. En 1939 ocupó el puesto Manuel Rosón Ayuso. Tras entrar las tropas franquistas en Madrid y ser incautado, de sus talleres empezó a salir el diario Madrid.