Catálogo
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El gusano de seda
Ortega Munilla • Los Lunes de El Imparcial • Ficción sobre estilos de vida contemporáneos • 1881
Relato donde el gusano de seda sirve como motivo para criticar la actitud de las mujeres mundanas.
Con una escritura muy consciente de sí, Ortega Munilla comienza este relato, al que subtitula «Fantasía», con un rumor de hojas destrozadas, con un roer de mil millones de pequeños dientecillos, con un gusano de seda comiendo. Este rumor evoca en la memoria la imagen de una bella dama elegante, voraz en la mesa de un hotel, con su vestido de seda. Se trata de una mujer que ha vivido devorando caudales ajenos. Su recuerdo lleva al narrador a lamentarse por aquellas pobres mujeres que en aras de la vanidad han entregado su honra. Finalmente, da conclusión al texto una sucesión de retazos de pensamiento, trozos de frases, restos de ideas, recortaduras de sueños, principios de remordimientos… todos ellos ocasionados por el gusano de la seda.
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Francisco
Wilson • El Periódico para Todos • Ficción sobre estilos de vida contemporáneos • 1874
Cuento donde el mejor capital posible son la inteligencia y la voluntad.
Francisco es un niño huérfano de padre y madre que vende periódicos a la puerta del teatro del Príncipe, logrando por su agradable fisonomía más ventas que el resto de sus compañeros. Favorito de un banquero, le da muestras de su ambición vital y le explica que con cuatro duros sería capaz de hacerse millonario. El banquero decide entonces ayudarle, curioso de saber si el chico será capaz de aprovechar la oportunidad, dándole los soñados duros. Diez años más tarde, un joven llega en carruaje y con criado a la puerta del teatro del Príncipe para disfrutar de la función en beneficio de la actriz Matilde Díez. La casualidad quiere que allí auxilie a una muchacha que se ve importunada por un calavera por las calles del centro de Madrid. La muchacha resulta ser la hija del banquero que en su momento le dio sus primeros cuatro duros, ahora convaleciente y arruinado. El reencuentro sirve para atestiguar que el mejor capital posible son la inteligencia y la voluntad.