El busto del Rey Don Pedro se encuentra en una hornacina, en el número 30 de la antigua calle del Candilejo (hoy llamada calle Cabeza del Rey Don Pedro), en Sevilla. La efigie del rey Pedro I de Castilla tiene su origen legendario en la promesa de colocar la cabeza del asesino de un noble en el lugar de los hechos, resultando finalmente que el criminal había sido él mismo.
En el catálogo de Ganso y Pulpo, esta instancia aparece mencionada o citada, directa o indirectamente, en el siguiente texto: