Catálogo
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La mata de claveles
Mazas • El Globo • Narrativa romántica • 1887
Cuento orientalista donde la avaricia desemboca en una peligrosa prueba de amor.
Pou-Tho, distinguido diplomático chino, y su mujer Tha-me, no se volvieron de España a Cantón sin una exuberante mata de claveles blancos que plantar en el jardín de su palacio chino, allá en Cantón. Como elite aristocrática y linajuda, solo los más distinguidos podían llegar a tener un clavel del jardín de Pou-Tho, lo cual era símbolo inequívoco de distinción y de nobleza. En paralelo, encontramos a Tsen-fú, joven enamorado de una hermosa muchacha llamada Lo-lo, que de rodillas suplica una prueba de amor para conquistar el frío corazón de su amada. Ella le promete su atención si consigue para ella los claveles blancos de Pou-Tho. El amor, en este caso, supera a la cobardía y el joven se compromete a llevar a cabo tan temeraria acción.
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La casa maldita
Escamilla • El Periódico para Todos • Mitos y leyendas narrados como ficción • 1875
Cuento donde un cuadro encierra la historia de una maldición paterna.
El narrador de esta historia cuenta cómo compró un cuadro que representaba una tapia medio derruida con cuatro tejas rotas que coronaban el caballete, y en primer término, dos troncos carcomidos de dos árboles sin copa ni ramaje, que dibujaban su silueta en la pared. Se trata de una pintura donde reina un ambiente triste y siniestro, encerrando algo que aterra y causa un espanto indefinible. Dos años más tarde recibe la visita de un paisano de la aldea leonesa donde tuvo cuna y a través de él conoce que la tapia pertenece a la conocida como Casa maldita y que, además, representa justo el momento de la aparición de una tal Gabriela. Ello da pie para conocer la historia de la maldición que pesa sobre la muchacha, después de haber llevado a la locura a su padre por sus actos nada honrados.
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Preocupaciones
Mazas • El Globo • Tema narrativo: cuestiones sociales • 1886
Cuento donde un noble se envilece por sus pérdidas en el juego.
El vizconde del Soto, que tiene fama de ser un jugador imperturbable, tanto cuando la fortuna le viene de cara como cuando le viene mal dada, se encuentra en el casino envuelto en una espiral de apuestas que, imparables, siguen aumentando su deuda. Todos buscan sin éxito en su cara una mueva que delate el estado de su alma en ese momento, después de llevar tres horas apuntando fuerte y sin levantar una sola postura. Igualmente ocurre cuando, tras haber perdido todo su dinero, vilipendia cinco mil duros prestados en caja y otros tantos solicitados bajo palabra de honor. Solo cuando se encuentra fuera del casino da rienda suelta a la ira de su corazón, buscando el modo de saldar su deuda sin tener que recurrir al suicidio. El honor del vizconde traicionará, inevitablemente, a quienes más le quieren.