A Bartolo le quedan pocos trabajos que desempeñar en esta vida y, de entre todos ellos, decide emplearse como empresario teatral. Así, explotado por rústicos posaderos, coaccionado por alcaldes bribones, zaherido por cómicos de última fila y, en definitiva, sumido en la mayor de las mediocridades, acaba inmerso en la desventura y convertido, en última instancia, en mártir de su propia empresa.

Pepe despierta y aún no puede creer el cambio que ha operado en su vida desde que era un joven granuja voceando periódicos en la calle. Su bienestar económico, sin embargo, de nada vale en contraste con su primer amor. Decidido, emplea su dinero en encontrar a Manolita, con quien desea revivir su historia de sincera pasión.

El presente cuento —en su publicación original, subtitulado «suceso histórico»— consiste en una carta con apostilla en la que el protagonista, nada menos que un conde y diputado enamorado de una viuda piadosa, explica con gran indignación cómo se vio retenido por las autoridades locales tras ser confundido con un famoso carterista, que responde al nombre de Polín de navajas, no pudiendo así llegar a la cita con su enamorada.

Un hombre plantea a sus amigos, a partir de su propia experiencia, la inversión del rol del burlado dentro del triángulo formado en las relaciones adúlteras. Es decir, su historia convierte en cornudo al amante enamorado… ¿Por qué? Sigan leyendo…

He aquí una leyenda popular, narrada por el premio Nobel José Echegaray, donde un ángel y el diablo recogen, respectivamente, las almas de una gran pecadora y su inocente hijo. Frente a las puertas de cielo e infierno esperan la determinación de sus destinos eternos.

El narrador protagonista de esta historia recuerda su amor de veinteañero con una andaluza, también jovencísima, casada con un hombre de cincuenta años del que destacan sus ojos de color acero. La evolución confiada de su relación adúltera acabará poniéndolo en el temido aprieto, aunque las consecuencias del encuentro entre amante y marido no van a ser precisamente las esperadas.

En la estación veraniega de Mondariz, un representante de la gran sociedad busca un matrimonio que le salve de la miseria en que le tienen usureros y prestamistas. En su afán conoce el amor de Celia, heredera de los Condes de Casa-Zarandiaga. Sin embargo, cartas que no debían ser leídas pondrán de manifiesto la hipocresía y materialismo que definen a la alta sociedad española de finales del siglo XIX.

El cielo cristiano es el decorado de este cuento humorístico de Joaquín Dicenta, donde Jesús de Nazaret, junto a San Juan y la Virgen, lleva a cabo un juicio de faltas para determinar cuántos años de purgatorio corresponden a cada pecador. Entre ellos se encuentra un monje capuchino, que espera la recompensa a toda una vida de castidad, austeridad y oración.