Ganso y Pulpo

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Catálogo

  • Imagen de cubierta El aderezo de perlas

    Cuento donde una joya sirve como instrumento de caridad y bondad.

    Don Justo Gálvez tenía fama de poseer una gran fortuna; pero avaro y receloso, vivió siempre pobremente, de modo que sus dos hijos, Rafael y Blanca, carecían a veces de lo más estrictamente necesario. Avaro hasta el último extremo, no perdonó jamás a un hermano suyo el haberse casado con una joven pobre; y aun cuando esta, ya viuda, había implorado su piedad para ella y una pobre niña, fruto de su unión, no había conseguido sino irritarle y endurecer su corazón más y más. Siendo viudo, guardó las joyas que componían la dote de su esposa intactas hasta el momento en que, una vez muerto él, las encontraron sus hijos. Entre ellas se encuentra un aderezo de perlas que la joven Blanca luce el día de su boda y que decide empeñar para socorrer a su pobre prima y su tía moribunda.

  • Imagen de cubierta El hombre-catástrofe

    Cuento donde un viajero de tren da cuenta de cómo la fatalidad siempre viaja con él.

    En un vagón de segunda clase del tren-correo del Norte se encuentra el narrador de esta historia con otras siete personas. El primero de ellos es un inglés de continente glacial e inmovilidad absoluta. Cerca de él viaja un matrimonio acomodado de Valladolid que había ido a Madrid con motivo de la fiesta de San Isidro. Frente a ellos se rebulle un empleado de seis mil reales, recién salido de una cesantía. La sexta persona es una mujer de unos treinta años que no cesa de llorar desde su entrada en el coche debido a la pena que siente al separarse de su marido. La séptima persona es un señor, bajo y rechoncho, muy hablador, cuya vida parece no tener más objeto que fumar y comer. Es precisamente él quien después se conocerá como el hombre-catástrofe, pues como él mismo cuenta repasando sus heridas ferroviarias, siempre ha viajado mucho y siempre con la mayor desgracia. Desde ese instante, lo esencial para el grupo era separarse de este hombre que lleva en sí todas las catástrofes posibles.

  • Imagen de cubierta Historia de un retrato

    Cuento que narra la historia de un retrato a lo largo de poco más de cien años.

    Eduardo de Lustonó plantea en este brevísimo relato la historia del retrato de una joven dama que contaba treinta años allá por el año de 1760. Mediante pequeños esbozos donde prima el ritmo de diálogos espontáneos y fluidos va saltando a lo largo del tiempo y el espacio para mostrarnos la mayor o menor fortuna con que lo van tratando los años tras su fallecimiento en el año de 1870, las segundas nupcias de su marido tres años más tarde, la herencia de los sobrinos de este cuando fallece en 1788, etc. Con una importante dosis de humor o recochineo, el retrato finaliza su historia completamente despojado de valor, como un auténtico zarrio que no tiene cabida en más lugar que entre los objetos que componen el atrezzo de una obra de teatro.

  • Imagen de cubierta La mesa nupcial

    Tradición alpina donde un hombre supera una prueba de amor con la ayuda de un hada.

    Este cuento se basa en una tradición alpina que nos traslada hasta la Edad Media para dar cuenta del origen del dolmen conocido como «Piedra de las Hadas». Para ello se nos presenta al barón de Châtelet, señor feudal imperturbable y ajeno a todo sentimiento hasta el instante en que su desposada muere en el parto de su única hija. Desde entonces, completamente ensimismado en su nuevo sentimiento, procura protegerla de todo matrimonio posible para conservarla a su lado. Así lo descubre Loys de Bellecombe, muchacho de buen corazón del que la muchacha se enamora a primera vista. Cuando este va a pedir su mano, se encuentra con la petición irrevocable de que en el término de una noche debe formar con los enormes trozos de roca desprendidos de las crestas alpinas la mesa para el festín nupcial. La leyenda dice que un hada venció los obstáculos interpuestos al verdadero amor.

  • Imagen de cubierta La noche del diablo

    Leyenda que narra el terror con que viven unos aldeanos cántabros el aniversario de una noche funesta y fatal.

    Esta leyenda popular nos lleva hasta una retirada aldea del pintoresco valle de Pas, en las montañas de Reinosa, allá por los años cincuenta del siglo XIX, cuando vivían en ella dos mujeres en una pequeña cabaña. Casi nunca salían de su retiro y las sencillas gentes del lugar murmuraban que tenían un pacto con el demonio. Por aquel entonces, llega un forastero a la aldea, el narrador de la historia, que se sorprende al ver cómo en esa noche los labriegos cierran cuidadosamente, en el mayor silencio, sus chozas; mientras la campana de la aldea toca y sigue tocando, haciendo que sus ecos se pierdan en el espacio lentamente. En la casa donde ha de alojarse, un anciano le pone sobre aviso: es la noche del diablo, y los que durante ella tienen la desgracia de morir, no gozan nunca de las delicias celestiales. Mientras, la campana continúa tocando…

  • Imagen de cubierta El Oficio de Difuntos

    Cuento fantástico donde los personajes de un cuadro toman vida para entonar a coro el Oficio de Difuntos.

    Lord Belkis era un modelo de sensatez. Pero si bien en vida nunca dio muestras de excentricidad, escrito estaba que después de muerto echase por tierra todo aquel edificio de circunspección levantado en cincuenta años, haciendo constar en su testamento como última voluntad que el encargado de componer el Oficio de Difuntos que habría de cantarse a toda orquesta en sus funerales, fuera el gaitero holandés del cuadro de David Teniers que conservaba en su despacho. Todos los presentes se ríen de semejante disparate, a excepción de John, su fiel mayordomo, que como ardiente católico no puede dejar de sentir turbadas sus vigilias. Así, tras varios sueños donde se le aparece su antiguo amo reclamando el Oficio de Difuntos para salvar su alma, opta por pedir una misa en su recuerdo con el dichoso cuadro sobre el altar. Esa misma noche, que no es otra que la de San Juan, unas voces flamencas le hacen acudir al despacho de lord Belkis.

  • Imagen de cubierta Una historia inverosímil… pero historia

    Cuento donde la prosaica realidad se impone a una monomanía poética.

    El narrador de esta historia inverosímil se ve arrastrado por una pasión monomaniaca, llena de la poesía del misterio que envuelve a un desconocido. Este es un hombre sin cualidades extraordinarias, incluso vulgar y con facciones tan comunes como las del más humilde de los seres; débil, enfermizo, parecido a un joven enervado por el vicio a quien los placeres y los crímenes han acabado por arrebatar el vigor. En definitiva, un hombre que se hace centro de toda atención debido a la extrañeza que suscita en los ojos que lo miran. De tal modo llega a impresionar al narrador, que no se da punto de reposo hasta saber quién es, cómo se llama y de qué vive. De este modo comienza a seguirlo sin descanso y, como toda vez se le acaba escabullendo, el misterio y la monomanía aumentan. Finalmente, la casualidad querrá que se produzca el deseado encuentro.

  • Imagen de cubierta Donato y Valentina

    Cuento dramático donde la desgracia se ceba con los más desfavorecidos.

    Un grupo de amigos sale hacia Valencia para disfrutar del aire puro que ofrece la Albufera, donde además se levanta el coto de caza. Felices ante la perspectiva de la jornada cinegética, afrontan con alegría la noche anterior con una opípara cena y buenos cigarros. Retirado por un momento ante la orilla del mar, el narrador se sumerge en sentimientos melancólicos y, paseando por entre las barcas destruidas de la playa, se encuentra con dos niños medio desnudos que dormitaban bajo las tablas carcomidas de una lancha. Enternecido por el encuentro, la llamada de sus amigos y la jornada de caza pronto le hacen volver a sus sentimientos prosaicos. Al día siguiente, tras la jornada en el mar, vuelve a encontrarse con ellos y no puede evitar considerarlos como el tipo emblemático de la inocencia. Dos años después, vuelve a la Albufera y aprovecha la ocasión para volver a visitarlos…

  • Imagen de cubierta Francisco

    Cuento donde el mejor capital posible son la inteligencia y la voluntad.

    Francisco es un niño huérfano de padre y madre que vende periódicos a la puerta del teatro del Príncipe, logrando por su agradable fisonomía más ventas que el resto de sus compañeros. Favorito de un banquero, le da muestras de su ambición vital y le explica que con cuatro duros sería capaz de hacerse millonario. El banquero decide entonces ayudarle, curioso de saber si el chico será capaz de aprovechar la oportunidad, dándole los soñados duros. Diez años más tarde, un joven llega en carruaje y con criado a la puerta del teatro del Príncipe para disfrutar de la función en beneficio de la actriz Matilde Díez. La casualidad quiere que allí auxilie a una muchacha que se ve importunada por un calavera por las calles del centro de Madrid. La muchacha resulta ser la hija del banquero que en su momento le dio sus primeros cuatro duros, ahora convaleciente y arruinado. El reencuentro sirve para atestiguar que el mejor capital posible son la inteligencia y la voluntad.

  • Imagen de cubierta El número trece

    Cuento que carga con humor contra la superstición hacia el número trece.

    Pedro Escamilla parte de la incomprensión hacia el grueso de las supersticiones y, más concretamente, hacia la enconada aversión que algunas personas tienen a algo tan nimio como el número trece. A este propósito, procede con la relación de una historia que presenta como verídica y de la cual difícilmente podrá sacarse la conclusión de que el trece sea un número siniestro. Dicha historia es la protagonizada por Juan García que, desde que se rompió una pierna a los trece años, llevó hasta la exageración el horror que profesaba a dicho número. Ya en edad adulta, se muestra sujeto indudablemente a la influencia del número trece y, dicha creencia está tan arraigada en su mente, que los días trece del mes no sale su casa. Un premio en la lotería acabará demostrando que su aversión supersticiosa podría ser, realmente, la razón de todas sus desgracias.

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