Ganso y Pulpo

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Tomás Carretero

Introducción

Tomás Carretero y Quiroga (s.l., s.a - Madrid, 1935) se distinguió principalmente por sus labores periodísticas. Fue discípulo de Leopoldo Alas «Clarín» y compañero íntimo de Rafael Altamira y Juan Ochoa, con quienes compartió tomo para la publicación de su primera y única novela. Ajeno a la poesía y el teatro, su producción literaria se centra en el ámbito de la narrativa breve, habiendo dejado desperdigados por las diferentes cabeceras de la prensa periódica más de 75 textos.

Ganso y Pulpo reedita parte de su producción desde el 29 de julio de 2016.

Labor literaria

Hijo de Cándido Carretero y Sánchez, general de brigada y nombrado gobernador militar de la provincia de Soria en 1884, no tenemos constancia de la fecha y lugar de su nacimiento, si bien sus relaciones parecen apuntar a una procedencia asturiana, pues fue discípulo de Leopoldo Alas «Clarín» y compañero íntimo de Rafael Altamira y Juan Ochoa. Otra pista hemerotecaria parece situarlo como estudiante de Derecho en la ciudad de Oviedo, pues su nombre completo figura entre las firmas de una carta abierta, publicada en diversos diarios a mediados de diciembre de 1884, dirigida al marqués de Pidal tras su renuncia a formar parte de la Academia de Jurisprudencia de dicha ciudad. Además, en Mis memorias, de Alejandro Lerroux, leemos lo siguiente: Tomás Carretero, literato asturiano, de una modestia solo comparable a su timidez.

Llegado a Madrid se dio a conocer en la prensa como cronista y crítico de fino humorismo. En junio de 1890 firmó una «Crónica literaria» en la prestigiosa Revista de España y a finales de este año pasó a formar parte de la redacción de El País, donde destacan los textos de su breve sección «Teatro libre», donde trata temas de actualidad o hace entrevistas empleando la forma del género dramático.

Durante esta época también formó parte de la redacción del periódico del Partido Republicano Centralista La Justicia, siguiendo los pasos de Rafael Altamira (que entró en 1888 y llegó a dirigirlo), y donde también tuvo por compañeros a Juan Ochoa, Antonio Liminiana y Nicolás de Legua. Todos ellos abandonaron sus puestos al comenzar el mes de noviembre de 1893.

Un año más tarde, en 1894, publicó su primera y única novela, titulada Sagrado sacerdocio. Para su edición se juntó con sus inseparables Rafael Altamira y su novela Fatalidad y Juan Ochoa con Su amado discípulo. De este modo, los tres publicaron sus novelas en un solo tomo conjunto con el fin de conseguir un mayor alcance.

En los años siguientes mantuvo un perfil bajo, apareciendo su firma en el Álbum que el Ateneo de Madrid regaló al marqués de Cabriñana en 1895 o con escasas colaboraciones en Barcelona Cómica en agosto de 1897. Sabemos que en este año formó parte de la redacción de un breve diario humorístico con caricaturas fundado por Sánchez Pérez y llamado El Tío Paco.

En 1898 comenzó a explotar su veta humorística con más de 30 colaboraciones en Madrid Cómico, donde también seguiría publicando entre 1900 y 1901. Esta participación le valió alguna que otra flor por parte de «Clarín».

miga y sal tienen los que en MADRID CÓMICO firman Poveda y Gabaldón y Carretero (que debiera escribir más a menudo). Si es verdad ¿por qué no decirlo?

Madrid Cómico, 14/7/1900

Durante este periodo trabajó también como redactor del diario gamacista El Español (1898-1902) y colaboró de modo prolijo en la revista Iris, donde publicó entre 1900 y 1903 más de 20 cuentos, labor que le trae hasta nuestro catálogo.

Indudablemente, el inicio de nuevo siglo trajo para Tomás Carretero una explosión creativa, pues también estampó su firma con colaboraciones esporádicas en Revista política y parlamentaria, Instantáneas, La Lectura, Hojas selectas, etc. Además, durante 1901 colaboró en cada uno de los números publicados por Nuestro tiempo, donde firmaba habitualmente la sección «Revistas españolas». También fue durante este año cuando colaboró activamente con la publicación Arte y letras, donde ejerció principalmente la crítica literaria. De entre todos estos trabajos destaca la publicación de su cuento El teniente Iturzaeta en El Liberal en diciembre de 1902, habiedo sido premiado en público concurso y que le valió más de una loa.

Menos conocido Tomás Carretero, su cuento El teniente Iturzaeta es una joya de humorismo, un verdadero regalo para refinados que puedan paladear aquella finísima ironía. Carretero se educó y formó el espíritu en Oviedo, y se le conoce la influencia de Armando Palacio, de Clarín, de Ochoa, de lo que bien se pudiera llamar la escuela asturiana.

Nuevo mundo, 12/12/1902

Desde 1904 continuó apareciendo como colaborador esporádico de diversas publicaciones periódicas, presentando nuevos artículos y cuentos. Así vemos su firma en El Mercurio (1904), Nuevo Mundo (1904-1919), La Ilustración Española y Americana (1906-1920), Blanco y Negro (1904-1908), Los Lunes de El Imparcial (1907-1918), La Hormiga de oro (1911), Mundo gráfico (1914-1921), España médica (1918), El Fígaro (1920), Economía (1923), El Heraldo de Madrid (1924), en la sección «Cuentos españoles» de La Voz (1925) y en la sección «Humoristas españoles» de El Sol (1925-1926).

Sus trabajos de narrativa breve están caracterizados habitualmente por el humorismo y, principalmente, por su brevedad. Normalmente, despertaron algún pequeño elogio y ciertas simpatías, si bien desde Gedeón lo consideraran, como a Joaquín Belda, un genio del mal.

¡Nada! Existe la neurastenia, el sadismo, el afán anarquista, qué sé yo… La gente anda por ahí hecha polvo tras ideales neuróticos y estragados… Mirbeau, Zola, Max Nordau, Mariano Alarcón, Tomás Carretero, Joaquín Belda y otros genios del mal, destrozan el corazón humano con sus obras diabólicas.

Gedeón, 7/1/1912

Parece que llegada la fecha de 1926, Tomás Carretero se retiró definitivamente del mundo periodísitico y literario debido a la enfermedad que acabaría con su vida casi diez años más tarde, dejando viuda a Josefa Carretero. Quizás debido a su pronta retirada de la vida pública, tan solo La Época y ABC le dedicaron una pequeña nota necrológica el 20 de febrero de 1935.

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