Iris
La revista Iris, subtitulada «revista semanal ilustrada», se publicó cada sábado, desde el 13 de mayo de 1899 hasta el 31 de diciembre de 1904, dejando un total de 295 números de 20 páginas. Su administración, dirección y redacción se encontraban ubicadas en el número 50 de la Plaza de Tetuán, en Barcelona. El precio del número corriente era de 25 céntimos y el de los números atrasados ascendía a 35 céntimos. Admitía suscripción trimestral, semestral y anual dentro de territorio español; la suscripción en el extranjero había de ser como mínimo semestral y en América solamente anual.
Atendiendo al editorial publicado en su primer número, esta cabecera fijó su principal objetivo en contribuir al progreso de la cultura nacional, situándose dentro de unos límites morales y dedicando sus esfuerzos en dar respuesta al gusto artístico del público.
Iris, nombre que responde al carácter colorista de la publicación, pretenderá ser expresión del movimiento artístico y literario de España dentro de la mayor amenidad, pero también absolutamente dentro de la más sana moral, proscribiendo de sus páginas cuanto pudiera ofender en lo más mínimo la susceptibilidad más delicada; cuidará asimismo de informar a sus lectores, con la pluma y el lápiz, de cuantos sucesos dignos de saberse ocurran en la nación o fuera de ella; procurará al mismo tiempo que la amenidad de momento esparcir algunas ideas, en forma oportuna y dentro de los géneros literarios más en favor, y, por fin, presidirá en ella el criterio más amplio e independiente, sin sujección de ninguna especie a escuelas, partidos, tendencias o bandos; todo menos ser exclusivista.
Cada número estaba profusamente ilustrado, estando la portada y contraportada, así como algunas láminas y dibujos del interior impresas en color fidedigno. También publicaba fotografías enviadas desde distintos lugares de España. En la parte textual se encuentran crónicas de eventos socioculturales e informaciones de actualidad, semblanzas, etc. No obstante, el mayor peso textual recae en la producción literaria, tanto en prosa como en verso. La última página se corresponde con la sección titulada «Pepitoria», donde encontraban lugar chistes y pasatiempos.
La publicación contó con buen éxito durante sus primeros años, llegando incluso a agotar algunos de sus números, ya sea por coincidir con festividades (como la de San Juan en el número 59) o sin razón externa aparente (como el número 62). Por otra parte, publicó algunos números extraordinarios, como el almanaque para el año 1901, así como un álbum titulado Joyas del arte, publicado en diversos cuadernos, de ocho páginas bajo cubierta, desde el número 139, correspondiente al día 4 de enero de 1902. Su éxito fue tal que en diciembre de 1902 se anunció que el proyecto continuaría el año siguiente, en aras de otras reformas proyectadas.
A comienzos del año 1904 la revista Iris pasó a publicarse en tinta de un solo color y en papel de mayor tamaño y calidad. Si bien este cambio era el más vistoso, no fue la única variación introducida. Desde el número 243 se prodigó la publicación de dibujos y fotografías, aumentó la información escénica, se buscó que los textos literarios fueran entretenidos y festivos, se concedió mayor extensión a la sección de pasatiempos y se decidió que abundaran las actualidades de interés general. Estos cambios y su propósito de postularse como una revista nueva
no le permitieron superar el año que comenzaba.
Por las páginas de esta revista desfilaron numerosos escritores, la mayoría de ellos hoy completamente olvidados. Entre ellos destaca José de Siles, con más de cincuenta colaboraciones durante los seis años que vivió la publicación. Le siguen Alfredo Opisso, Eduardo Blasco, Luis Falcato, Pérez Zúñiga, José Zahonero, Tomás Carretero, Nemo, Luis Taboada, Ricardo Hernández Bermúdez, Antonio Sánchez Pérez, etc. Añadimos a esta lista a Vicente Colorado, que publicó dos cuentos en 1904; a Pérez Nieva y Zeda, que solo publicaron un cuento en esta revista.