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Ganso y Pulpo

Torcuato Tárrago y Mateos

Introducción

He aquí uno de los cuatro pilares que sustentaron la novela histórica española a mediados del siglo XIX. Un género habitualmente editado por entregas, con sus lances extraordinarios, sus aventuras estupendas y su intriga enrevesada. Al igual que Scott en Gran Bretaña o Dumas en Francia, en España fue representada principalmente por Fernández y González, Ortega y Frías, Pérez Escrich y Tárrago y Mateos; pronto considerados autores de medianías, escritores de pluma gorda y adalides de un pésimo gusto. No obstante, su relevancia en la novela popular fue fundamental y la reacción de sus lectores, una vez crecidos, bien recuerda a la necesidad edípica de matar al padre. Novelas que hicieron las delicias de su infancia, en 1890 ya estaban relegadas a la venta por peso y su presencia en los baratillos para recreo de soldados y gentes de servir.

Ganso y Pulpo reedita parte de su producción desde el 7 de abril de 2016.

Semblanza

Hijo de Francisco Tárrago Riquelme y María Josefa Mateos Galera, nació el día 10 de mayo de 1822 en la Placeta Correo Viejo de Guadix. El pueblo presentaba entonces un ambiente a medio camino entre lo rural y lo urbano y, en la década de 1830, el espíritu liberal trajo consigo la apertura de algunos locales culturales de dependencia municipal como es el caso de El Pósito, donde se iniciaron representaciones teatrales, recitales de poesía, actuaciones musicales y veladas literarias. Pocos años más tarde, Tárrago y Mateos, liderando un grupo de jóvenes con altas inquietudes culturales, creó una sociedad llamada La Tertulia que, como los liceos de la época, pretendía ser foro de creación artística y debate intelectual. Pedro Antonio de Alarcón, que contaba entonces doce o trece años, vio en ella un lugar donde desarrollar su capacidad creativa, convirtiéndose para él Torcuato Tárrago en un referente cultural de primer orden.

Es precisamente junto con Alarcón con quien emprendió la publicación en Cádiz y Granada de El Eco de Occidente, semanario de literatura, ciencias y artes, con el que ganaron, en el transcurso de tres años, el dinero necesario para ir a Madrid. Tras breve estancia en la capital, Tárrago y Mateos vuelve a Andalucía, donde escribió tres de sus novelas más populares: El Gran Capitán, Los huracanes de la vida y El Ángel de la venganza. No obstante, en 1860 regresó a Madrid como director del periódico La Verdad.

En el plano familiar, contrajo matrimonio con la también accitana María Dolores Torres Martínez-Carrasco el 14 de mayo de 1849. Con ella fue padre de cinco hijos: tres hombres y dos mujeres.

Con una vida consagrada al trabajo, las primeras noticias de su enfermedad se remontan a octubre de 1886 y en julio de 1888 se temía por su vida, atenazado como estaba por continuos ataques de uremia. Finalmente, sucumbió, pobre y prácticamente olvidado, el 16 de noviembre de 1889 en su casa de Carabanchel Alto, una semana después de que lo hiciera su esposa.

Labor literaria

Los comienzos literarios de Tárrago y Mateos están ligados a la industria periodística, con el lanzamiento del semanario El Eco de Occidente junto a Alarcón. Su colaborador gaditano fue Gaspar La Serna {que en 1852 fue juez de primera instancia de Guadix} y fue publicado en Cádiz por Manuel María Hazañas {director de loterías en 1859 y a quien Tárrago dedicó La caza de palomas en 1857}. El periódico hizo fortuna entre los suscriptores y los socios capitalistas de Cádiz cedieron a los escritores todo lo que sacaran de las suscripciones de Granada. Tras la desaparición del Eco, se aventuraron con El Panorama Accitano, con buen éxito en Guadix. Por otra parte, en noviembre de 1856 comenzó a publicarse en Sevilla El Cisne, un periódico literario redactado por Antonio Gamero, Alarcón, Manuel de la Pedrueca, Tárrago y Francisco Liberal y Cabrera.

Recién llegado a Madrid en 1860 continuó con su carrera periodística como director de La Verdad {1860-1863?}. Más tarde sería también director de El Popular {1873?-1875} y, en agosto de 1878, se encargó interinamente de la dirección de El Pabellón Nacional, redacción que abandonó en enero de 1879 para pasar a formar parte de la de El Mundo Político. En ella solo duró hasta el mes de mayo, momento en que decide consagrarse a la producción ficcional. Antes de ello, figuró también como redactor en distintas cabeceras. Así, en mayor o menor medida, podemos encontrarnos con su firma en La España {1860}, El Museo Universal {1861-1864}, Gaceta musical de Madrid {1866}, la revista Diablo Mundo {1874} o incluso en Los Lunes de El Imparcial {1867}.

Ideológicamente, Torcuato Tárrago se nos presenta como católico y de un patriotismo sentimental. Para lo primero sirvan aquí como argumento peregrino sus leyendas bíblicas, publicadas en La Ilustración católica entre 1877 y 1878. Para lo segundo, la adscripción, por El Popular, al Manifiesto de la Liga Nacional, ante las insurrecciones americanas.

Periodismos aparte, su principal labor literaria tiene por protagonista la novela histórica en formato folletinesco, donde da muestras, principalmente, de su capacidad descriptiva y de su inmensa inventiva, pues la documentación histórica en sus historias es prácticamente nula. Muchos de estos folletines vieron la luz por ver primera en El Periódico para Todos, que fundó junto a los también folletinistas Manuel Fernández y González {1821-1888} y Ramón Ortega y Frías {1825-1883}, siendo luego reeditados en formato libro.

Su fecundidad literaria guarda estrecha relación con estas críticas recurrentes hacia la calidad de sus trabajos. Sobre ella han comentado varios autores, como por ejemplo Julio Nombela:

Pues bien, examinando mis notas, puedo calcular que en cada uno de los años indicados me produjeron, uno con otro, mis trabajos literarios, novelas y periodismo, de 18.000 a 20.000 pesetas anuales. Sólo los autores dramáticos, y no los mejores, sino los más aprovechados, ganaban por aquel tiempo tanto o más que Fernández y González, Pérez Escrich y yo. También Ortega y Frías y Tárrago y Mateos podían vivir con holgura, pero trabajaban menos que nosotros y por eso no nos igualaban en las ganancias.

También Pérez Nieva en La Dinastía el 23 de noviembre de 1889 decía:

Don Torcuato Tárrago era el símbolo del trabajo; puede decirse que ha sucumbido con la pluma en la mano y hasta última hora dirigió El Popular, periódico que reflejaba fielmente la fisonomía moral de su inspirador: culta, reposada y tranquila. […] reflejaba en su literatura la manera de ser transparente y pura de su época. […] Torcuato Tárrago y Mateos se había anticuado, pero fuera de ello era un novelista discretísimo, lleno de sencillez, que manejaba con extraordinaria maestría la fábula y el diálogo y que sabía dar a todas sus narraciones un fino gracejo en el estilo. Respondiendo a su tiempo, fue un buen novelista por entregas, pero teniendo sobre los cultivadores de este género la ventaja de un gusto depurado y exquisito.

Por José Requena (La Alhambra, 15-4-1903) sabemos que en el Guadix de 1848 se sentaba todas las tardes junto a la Cruz del Paseo de la Catedral junto a un Alarcón de 15 años y un Torcuato Tárrago de 25 para cambiar impresiones «sobre la reciente revolución francesa, hablando de Víctor Hugo, de Lamartine, de Luis Felipe y de otras muchas notabilidades de aquella época, en donde el eximio Chateaubriand, Lord Byron y Walter Scott», según las afinidades de cada cual: «Alarcón, por Lord Byron; Tárrago por Walter Scott; el que narra, por Chateaubriand». A estas conversaciones seguían chascarrillos, anécdotas y tradiciones como la del cerro del Mencal.

Su producción es a menudo referida como literatura falsa, farragosa, melodramática, tergiversadora de la historia y de la verdad, pero a su vez fue una de las primeras lecturas de novelistas posteriores como Blasco Ibáñez.

Cultivó con preferencia la novela histórica. La mayor parte de sus obras son de este género, ya en desuso en 1889. Novelas donde lo esencial era la acción y en que bastaba el autor procurar que el público anhelase la entrega siguiente para ver lo que sucedía.

Una vez superado este género, Torcuato Tárrago y Mateos pasó a engrosar la nómina de los «malos escritores» de publicaciones como la Revista hispano-americana o consideradas sus novelas como imitaciones inferiores de las de Julio Verne, dando como resultado libros absurdos y extinguidos, como dice C. Bernaldo de Quirós en La Lectura en 1914.

Producción

Son muchas las obras que dejó escritas este escritor, e incluso algunas de ellas traspasaron fronteras. A continuación referimos algunas de ellas.

Novelas y folletines

  • El ermitaño de Monserrate (1846)
  • Los celos de una reina o El amor de una mujer: novela histórica (1849) (1865) (1883)
  • Carlos II el Hechizado: El anillo de una dama (1850)
  • El dedo de Dios [segunda parte de Los celos de una reina] (1854)
  • Carlos II el Hechizado: ¡No hay esperanza! (1854)
  • La caza de las palomas: Memorias de la corte de Felipe IV (1857)
  • El monje negro o El hambre de Madrid: novela histórica (1857)
  • Carlos IV el Bondadoso: novela histórica (1858)
  • El ángel de la venganza: novela histórica (1858)
  • Don Pedro de Castilla (1858)
  • La estrella de Occidente (1858)
  • Isaac del monte (1858)
  • Cabeza de estopa (1858)
  • Los huracanes de la vida (1858)
  • El alma en pena (1858)
  • El gran capitán (1860)
  • Los piratas de la Corte (1861)
  • La leyenda de los reyes (1863) (1878)
  • Memorias de un hechicero (1863)
  • El vaso de lágrimas (1863)
  • Elisenda de Moncada (1864)
  • Las dos noches (1867)
  • Los siete borbones: Memorias escritas con sangre (1868)
  • El secreto de una tumba (1870?)
  • La monja emparedada (1871)
  • El puñal de oro (1872)
  • Ausencias causan olvido (1872) (1884) (1892)
  • Los dos favoritos (1874)
  • Historia de un sombrero blanco, impresiones de un viaje (1875) (1884) (1910)
  • La cadena del destino (1875)
  • Bodas reales: novela histórica (1875)
  • Los esclavos del orgullo: novela social (1875)
  • Los guardias amarillos (1875)
  • El nido de los duendes o La cruz de sangre: novela histórica (1875?)
  • Alta-hulfe: novela histórica (1876)
  • A doce mil pies de altura (1878)
  • Las tres razas (1878)
  • La hija mártir (1879)
  • El hijo del ladrón (1881)
  • Un novio como hay pocos (1882)
  • Lisardo el estudiante (1882)
  • Roberto, el diablo: tradición del tiempo de las cruzadas (1883)
  • Las tomadoras (1884?)
  • Las cucas (1884)
  • Las chulas de Madrid (1884)
  • La cogida de un torero (1884)
  • Carlitos el buñolero (1884)
  • Sancho el Bravo: novela histórica (1885)
  • ¡Descansa en paz! (1885)
  • El barón de la noche: novela histórico-fantástica (1886)
  • Novias y novios (1886?)
  • El reloj de la muerte: páginas lúgubres del reinado de Felipe III: novela histórica (1890)
  • El rey fantasma: novela histórica (1891)
  • El caballero del cuervo (s. a.)
  • El doctor Celestinus (s. a.)
  • Los caballeros del rey: novela histórica (s. a.)
  • El monje de la montaña (s. a.)

Estudios

  • El Pontificado: su presente, su presente y su porvenir (1861)
  • Turcos y rusos, historia de la guerra de Oriente en 1877 (1879)
  • Gran viaje universal alrededor del mundo (1882).
  • El mundo por dentro o sea los grandes secretos de la humanidad
  • Historia de la guerra de Oriente en 1877 (1877)
  • Edición crítica del Quijote (1888)
  • Almanaque enciclopédico (1880)

Traducciones

  • Flores sin espinas, de Paul de Kock (1878)
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