Ganso y Pulpo

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Catálogo

  • Imagen de cubierta Preocupaciones

    Cuento donde un noble se envilece por sus pérdidas en el juego.

    El vizconde del Soto, que tiene fama de ser un jugador imperturbable, tanto cuando la fortuna le viene de cara como cuando le viene mal dada, se encuentra en el casino envuelto en una espiral de apuestas que, imparables, siguen aumentando su deuda. Todos buscan sin éxito en su cara una mueva que delate el estado de su alma en ese momento, después de llevar tres horas apuntando fuerte y sin levantar una sola postura. Igualmente ocurre cuando, tras haber perdido todo su dinero, vilipendia cinco mil duros prestados en caja y otros tantos solicitados bajo palabra de honor. Solo cuando se encuentra fuera del casino da rienda suelta a la ira de su corazón, buscando el modo de saldar su deuda sin tener que recurrir al suicidio. El honor del vizconde traicionará, inevitablemente, a quienes más le quieren.

  • Imagen de cubierta Batalla de monos

    Cuento donde un sombrero provoca la guerra entre dos familias de monos.

    La caravana avanza penosamente por la selva africana, entre troncos caídos y ramas muertas. En un bosque como este, tan solo las aves y los monos pueden ver el cielo. Los monos, que conforman un pueblo alegre y saltarín, felices en sus costumbres de vida amorosa y tranquila. En mala hora uno de estos monos, que por oficio tenía el de explorador y vigía, encontró a un animal desconocido: un inglés. Ambicioso de trofeo, se hace rápidamente con su sombrero de explorador, que pronto suscita la envidia de otra tribu de monos, desembocando finalmente en una grande y cruenta batalla.

  • Imagen de cubierta El desafío

    Cuento que critica la convención social del honor y del duelo.

    Tres hombres, completamente vestidos de negro, suben a la berlina e indican al cochero que ponga rumbo a la Moncloa. Uno de ellos lleva en el regazo un envoltorio del que sobresalen las puntas de dos espadas de combate. El segundo lleva asida de la mano una pequeña caja de caoba con dos revólveres en su interior. El tercero, completamente pálido y violentado por las miradas de sus compañeros, fuma nervioso un cigarrillo. Es él, un García cualquiera, quien se expone al riesgo de tener que morir o matar. La causa del desafío radica en los celos, suscitados por su propia mujer, llevada por su vanidad ofendida cuando, en el teatro, su marido insinúa que no cree que el otro hombre esté coqueteando con ella de continuo. Llegado el momento fatal, García escucha las palmadas previas al primer disparo.

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