Ganso y Pulpo

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Catálogo

  • Imagen de cubierta El reloj

    Cuento fantástico donde un cuadro pintado en trance resuelve un crimen.

    El judío Abraham desapareció de la ciudad de Baden en una tarde del mes de diciembre de un año incierto. Este, habiendo hecho fortuna gracias a sus altos intereses de usurero, abandonó de buenas a primeras la ciudad, con previsión de volver al día siguiente, dejando en casa a su nieta Berta y su criado Angus. Ambos quedan sumamente sorprendidos cuando, en la madrugada, todo el pueblo se encuentra llamando a su puerta. Ha aparecido el caballo de Abraham, con manchas de sangre y sin heridas, y no hay ningún rastro del jinete. Así se inicia un proceso judicial, comandado por el burgomaestre, que difícilmente consigue esclarecer el asunto. Será tiempo después, cuando a partir de un reloj heredado, quede reflejado en un lienzo la verdad del caso.

  • Imagen de cubierta La cabeza de San Pablo

    Cuento legendario donde un cuadro inacabado se concluye de un modo sobrenatural.

    Corre un año incierto del siglo XVII cuando un pintor que se dirige a Palencia decide hacer noche en una posada de Sahagún. Prontamente es llamado por el marqués de San Lorenzo para hacerle un encargo, consistente en la elaboración de un cuadro de San Pablo. Para ello cuenta con el plazo de una semana, pues la obra debería estar lista para el día de su festividad, el 29 de junio. El pintor acepta el trato y todo va bien hasta que se da cuenta, a falta de dos días para la entrega, de que ha dejado para el final el dibujo de la cabeza. Esta toma de conciencia se traduce rápidamente en un bloqueo artístico. En busca de inspiración y relajación decide ir a tomar el aire y, apoyado en una roca, se queda dormido. Al despertar, va raudo al granero para concluir la obra. Sin embargo, comprueba despavorido que alguien o algo ya lo ha hecho por él.

  • Imagen de cubierta El Oficio de Difuntos

    Cuento fantástico donde los personajes de un cuadro toman vida para entonar a coro el Oficio de Difuntos.

    Lord Belkis era un modelo de sensatez. Pero si bien en vida nunca dio muestras de excentricidad, escrito estaba que después de muerto echase por tierra todo aquel edificio de circunspección levantado en cincuenta años, haciendo constar en su testamento como última voluntad que el encargado de componer el Oficio de Difuntos que habría de cantarse a toda orquesta en sus funerales, fuera el gaitero holandés del cuadro de David Teniers que conservaba en su despacho. Todos los presentes se ríen de semejante disparate, a excepción de John, su fiel mayordomo, que como ardiente católico no puede dejar de sentir turbadas sus vigilias. Así, tras varios sueños donde se le aparece su antiguo amo reclamando el Oficio de Difuntos para salvar su alma, opta por pedir una misa en su recuerdo con el dichoso cuadro sobre el altar. Esa misma noche, que no es otra que la de San Juan, unas voces flamencas le hacen acudir al despacho de lord Belkis.

  • Imagen de cubierta Tremielga

    Cuento donde la envidia que siente un artista por otro se torna patológica.

    El maestro pintor Lucio y su discípulo León están concluyendo la obra pictórica de la catedral después de cuarenta años de trabajo empleados por el mayor de ellos. El cercano final de la obra le hace recordar a su propio maestro, a su enamorada Pepilla y también al desventurado Tremielga. Era este amigo suyo del alma, hombre con tanto talento como amor propio que, un mal día, consideró que Lucio le robaba sus ideas pictóricas. Todos vieron pronto que Tremielga le tenía envidia, aunque resultara difícil de creer por los méritos artísticos de este. Poco tiempo después se dio una situación similar respecto a su novia Pepilla, tras lo cual Tremielga decidió marcharse a Alemania. De vuelta muchos años después, dispuesto a conquistar la gloria, da muestra de cómo la envidia puede sumir al hombre en tremenda confusión.

  • Imagen de cubierta El cuadro de la chanfaina

    Leyenda en torno al cuadro de Alonso Cano titulado ‘La Trinidad’.

    A medio camino entre el relato histórico y la leyenda se encuentra la historia de la venta del cuadro La Trinidad, de Alonso Cano. Este se presenta junto a su ayudante Melchor ante el padre prior de los Jerónimos, un hombre glotón y tacaño que intenta por todos los medios despretigiar la pintura de Cano con el fin de obtener una buena rebaja en el precio de compra. El pintor, que lleva francamente mal la crítica a su trabajo, pasa rápidamente del sarcasmo al enfado. En ese momento entra en escena un cartujo que alaba la pintura, lamentando no tener dinero con que poder comprarlo. Alonso Cano se lo ofrece entonces como regalo a cambio del plato de chanfaina con que su congregación ampara a los pobres de la ciudad de Sevilla, dando desde entonces a esta pintura el sobrenombre de El cuadro de la chanfaina.

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