Florencio Moreno Godino
Introducción
Periodista, dramaturgo, poeta y novelista del postromanticismo, pero sobre todas las cosas considerado decano de la primera bohemia {a la cual dedicó varias crónicas y una novela, publicada póstumamente, titulada El último bohemio}. Firmaba sus escritos, allá por los tiempos de «La Gloriosa», con el seudónimo de «Floro-Moro-Godo» y más que por sus letras, acabó siendo recordado por sus palabras, convirtiéndose en consejero y amigo de toda una generación de escritores.
Ganso y Pulpo reedita parte de su producción literaria desde el día 13 de junio de 2011.
Semblanza
El 20 de octubre de 1895, en La Época, se publicó una remembranza de Moreno Godino {firmada por «El otro»}, que comienza así:
No sé si está vivo o muerto. Si lo primero, me parece natural. Si lo segundo, protesto, porque ejemplares únicos, como él, nunca deben desaparecer.
Y es que Florencio Moreno Godino fue un escritor que levantaba numerosas simpatías más allá de su producción literaria. Así pues fue amigo y compañero de numerosos escritores, desde Espronceda y Zorrilla siendo él joven a un largo listado en que destacan los nombres de Eduardo Saco, Inza, Manuel del Palacio, Fernández y González, Eusebio Blasco, Pérez Escrich {que lo retrató en su novela El frac azul}, Lustonó, Gutiérrez Gamero, Pedro Marquina, Pedro Escamilla, Pastorfigo y Pelayo del Castillo. Además, se le solía considerar como una persona de carácter franco y alegre, decidor y espontáneo, propenso a desbarrar poéticamente.
El motivo de tan vasto repertorio de relaciones sociales y literarias radica principalmente en el hecho de que Moreno Godino fue un asiduo de numerosos cafés y sus correspondientes tertulias literarias. Así, se le encontraba en las tertulias literarias del Parnasillo, de La Zarzuela hacia 1860, del afamado café La Iberia y también en el Suizo {lugar donde se le podía encontrar en las madrugadas de inicios de la década de 1890 leyendo La Época y donde, en una ocasión, quedó encerrado} y, ya en el siglo XX, frecuentaba el café de Fornos, aquejado de cierta sordera.
Si bien no son muchos los datos precisos acerca de su vida, sí encontramos numerosas impresiones en la prensa desde finales del siglo XIX hasta poco antes de la Guerra civil. Físicamente era un hombre de baja estatura, moreno y de frente despejada que vestía con descuido, pero dando impresión de elegancia. En dicho sentido rescatamos aquí un fragmento de un artículo dedicado a Pedro Marquina y Escamilla que publicó La Voz el 12 de diciembre de 1927:
Al momento conocieron al que los había detenido. Era el decano de la bohemia de aquellos entonces: era D. Florencio Moreno Godino, personaje semifabuloso, del que se contaban extrañas y peregrinas historias. Nadie sabía quién era, y todos creían ciegamente que pertenecía a una gran familia, a juzgar por su distinción, por su elegancia instructiva, por su altivez, por su compostura, por su corrección. Maestro y educador de toda una generación de bohemios, todos lo adoraban, todos lo querían. Era el apóstol de la bohemia, el decano, como ya hemos dicho.
Siempre se reitera la idea de que Moreno Godino fue el primer y último bohemio
, que sus principales pasiones conocidas el café y el humo de su pipa de cerezo y corto tubo y que sus elementos eran la noche y la procrastinación. En relación al primero de estos elementos, podemos entender que era un noctámbulo incorregible, hasta el punto de convertirse en un arquetipo recurrente en la prensa a la hora de hablar del trasnoche. En relación con el segundo punto, suelen encontrarse continuas alusiones a la pereza del escritor, también hasta un punto altamente representativo que queda plasmado en el siguiente epifonema que se le atribuye: ¡Hay años que no está uno para nada!
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No obstante, tampoco vivía del aire y sus esporádicas colaboraciones literarias en la prensa. En octubre de 1874 fue nombrado oficial de la caja general de depósitos con un sueldo de 12.000 reales.
Eso sí, se le suele considerar como una persona pobre, sobre todo hacia el final de sus días. Su miseria queda constatada a través de varias cartas más, enviadas a la Asociación de la Prensa {Gaspar Núñez de Arce y Castillo Soriano} o a diarios pidiendo dinero y exponiendo su situación. Una de ellas fue publicada junto a su necrológica en El País, donde se incidía en la medida del ministro La Cierva de suprimir numerosas pensiones.
Todo ello se vio agravado el 7 de julio de 1904, cuando, a las 11 de la noche, en la calle de Alcalá, fue atropellado por el coche de punto 217, sufriendo heridas y lesiones leves, pero que lo acabaron recluyendo en una pensión de calle del Horno de la Mata, cuyas quincenas era incapaz de pagar.
Finalmente, murió en el olvido y abandono, en el Hospital General, la mañana del 9 de diciembre de 1907, suscitando cierto debate en la prensa en relación al estado de abandono en que morían las personas ancianas.
Nos gustaría añadir numerosas anécdotas sobre Moreno Godino encontradas en la prensa de su época, como la de aquella noche en que dos cacos le devolvieron el abrigo birlado tras enterarse de que él era un poeta «bastante pobre». Sirvan como coda las palabras que le dedica Gutiérrez Gamero en dos de sus crónicas de la serie «La España de ayer», publicada en La Libertad el 19 de septiembre de 1926 y el 30 de noviembre de 1933:
[Moreno Godino era] un hombre de verdadero mérito, aunque bastante descabalado, que me mostraba afectuosa amistad. […] Le conocí en una reunión a que nos invitó Eduardo Lustonó para leernos una piececita de un acto, y como Moreno Godino me fuese simpático tuve con él trato frecuente y en ocasiones pude serle útil.
Labor literaria
«Floro Moro Godo» comenzó su carrera literaria con una comedia que tuvo gran acogida, protagonizada por Julián Romea. Siguió con un tomo de poesías, también generalmente celebrado y, desde entonces, debido a su carácter, reñido con el trabajo asiduo y reglamentado, se dedicó a escribir cuando tenía gana y a publicar artículos diversos en numerosas cabeceras de la prensa de su época. No obstante, su vocación de bohemio se impuso a la literaria.
Eduardo Saco, en un artículo publicado en El Heraldo de Madrid el 27 de mayo de 1891, lo presenta del siguiente modo:
Sin familia, solo, dueño absoluto de su voluntad y de su ingenio, escribe para comer lo mejor que puede, y come para escribir cuando siente la comezón de decir algo bueno y nuevo.
Y, tras apuntar que en sus escritos destacan normalmente la nota festiva, la puerilidad y la galanura, indica que Moreno Godino poseía
un entendimiento muy claro, una instrucción nada vulgar, un poeta digno de singular estimación y un prosista siempre correcto, castizo y rico de humorismo y gracia.
Más de 15 años después, la necrológica publicada por El País lo despedía con las siguientes palabras {1907-V-20}:
El Sr. Moreno Godino, único superviviente de su época, fue un escritor popular solicitado por las empresas periodísticas, leído por el público, mimado por actores y empresarios, admirado por damas aficionadas a leer versos y época y tendrá un puesto distinguido en las futuras antologías de poetas castellanos.
A pesar de estos habituales parabienes, lo cierto es que murió sin un céntimo y sin mucho recuerdo hacia su labor literaria, muy pródiga en la prensa. Entre las cabeceras en que encontramos su firma destacan Pluma y Lápiz, Revista Española, Ilustración Artística, Gil Blas, La Gran Vía, La Ilustración Ibérica, El Museo Universal, Los Lunes de El Imparcial, La Risa, Revista de España, Almanaque literario e ilustrado, Almanaque de la risa, Revista contemporánea, Madrid Cómico, Álbum Salón, La Lidia, Nuevo Mundo, Revista Hispano-Americana, Diario Español, La Ilustración de Madrid, La Época o El Liberal {desde donde sostuvo cierta polémica con Antonio Peña y Goñi}.
Producción
- Luchas de amor y deber : tres actos y en verso {1853}
- La silla del marqués : novela original {1853, «Semanario Pintoresco Español», 8 números}
- Rosalía {1853, «Semanario Pintoresco Español», 6 números}
- Un amor increíble : novela original {1857, «Semanario Pintoresco Español», 3 números}
- Poesías {1862}
- Las cartas de Rosalía : zarzuela en un acto {1865; con Federico Bardán}
- La Cruz de plata; memorias de Diego García de Paredes : novela histórica {1868}
- Por un retrato {1868, «Revista de España»}
- Una traducción del Quijote : novela original {1869, «Revista de España»}
- Las fuentes del Prado : zarzuela en un acto {1870}
- El ramo de flores {1873; arreglo del francés con Pachecho}
- Una impostura gloriosa : zarzuela {1874}
- Nerón : drama trágico en tres actos {1893}
- Sonetos de broma {1900}
- El motín de las estrellas : zarzuela {s.a.; con Palacio y Saco}
- Genoveva de Bramante : zarzuela {s.a.; con Federico Bardán}
- Los tres Robinsones : zarzuela cómica en un acto {s.a.}