Las elecciones llegan a Pluviosa y el turno pacífico ofrece dudas ante el enfrentamiento entre un conservador de largo nombre y un liberal de más encopetada nomenclatura. Cuatro alcaldes han de emprender entonces la dura tarea caciquil de mantener el orden… Ese orden que ha de cargar con los mejores condimentos sus grandes pucherazos.

Trayecto Calatayud-Zaragoza. En un vagón de tercera todos los asientos van ocupados salvo uno, que porta un cesto de melocotones. En la siguiente estación sube un individuo que se encara con uno de los baturros para que quite el cesto y se pueda sentar. Ni él, ni el revisor, ni el jefe de estación, ni la pareja de guardias civiles consiguen sacarle de su tozudez… Él buena razón tiene.

Da la impresión de que el inspector fiscal es recibido en el pueblo como un enemigo. Lo vemos de mala pasada en mala pasada, encontrando siempre, en mordaz juego de contrastes, un paralelismo mitológico. El cura del pueblo acabará confirmándole sus sospechas y negándole la posibilidad de triunfo frente al yugo caciquil que pesa en el pueblo. Solucionado el conflicto, nace uno nuevo: una muela que duele, la penúltima…

El anciano cura de Valleespinar cuenta a los muchachos del pueblo —jóvenes y ricos— cómo se las ingenian las hormigas con el grano justo cuando estalla una gran disputa en el prado. Los vecinos de Pintobajo vienen a reclamar un injusto débito tradicional. Antes de llegar a las manos, el cura expone sus argumentos franciscanos de fraternidad y asistencia a todo pobre hermano.

Teresa no puede dormir. El reencuentro con Fernando, su amigo de infancia, ya crecido y hecho hombre, la mantiene en vela. Al punto de la mañana, él, amparándose en su pasado común de alegría y juegos, comienza a cortejarla. Acechados por la murmuración, pasean por última vez camino de la fuente de Quiebra-cántaros…

Al segador Fermín se le está muriendo el hijo. Deshecho, pide ayuda para comprar las medicinas, pero tanto patrón como compañeros opinan que los pobres no deberían tener hijos. Con el alma partida, Fermín corre a su casa y el niño muere entre sus brazos. Un año más tarde, ha llegado el momento de la réplica.

En el pueblo donde transcurre la historia que aquí se presenta existe una gran devoción por el Cristo del milagro. Pocos son los que dudan de sus poderes y muchos los que le encomiendan sus pesares y peticiones. La figura fue tallada por un antepasado del tío Cosme, que hará todo lo posible para que el Cristo salve a su hija de la muerte, procurando salvar, de paso, «los inconvenientes de los médicos jóvenes».

Un joven médico se establece en Peñascales de Arriba, un pueblo hostil, y rápidamente gana la confianza de los habitantes, incluido el influyente don Juan Pasagonzalo. El médico enfrenta presiones para casarse y se une a Marianita, una joven del pueblo, teniendo varios hijos. Don Juan, hipocondríaco, sufre de un quiste detrás de la oreja, y el médico ve en su dolencia una oportunidad para asegurar la educación de su hijo Periquín. Durante años, el médico evita tratar el quiste para recibir ayuda financiera de Don Juan. Cuando Periquín, ya graduado en medicina, regresa al pueblo, decide intervenir, lo que desencadena una serie de acontecimientos inesperados.