Ganso y Pulpo

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Catálogo

  • Imagen de cubierta El retrato de don Birolé

    Cuento donde un artista se inspira maliciosamente a la hora de retratar a un mono.

    Un pintor llamado Rabul nos cuenta de primera mano cómo un día apareció su criado Pacorro para decirle que lo reclamaban para hacer un retrato. La ofensa inicial del artista pasa a segundo plano en el momento en que conoce el origen de la petición: si lo reclama su vecina, la marquesa de Viso, él no tarda en aparecer en su casa para hacer lo que ella mande. Ahí se encuentra con una grata sorpresa: un tremendo bodegón florentino contrasta con la figura de un mono disfrazado de nigromante. Lo extravagante del encargo lo motiva todavía más y pronto se pone manos a la obra. El éxtasis artístico llega en el momento en que la propia marquesa aparece con un libro y espléndidamente vestida para pasar a formar parte del retrato. El contraste de belleza y fealdad será fundamental en una obra que nunca llegó a cobrar.

  • Imagen de cubierta Las narices de Su Alteza

    Cuento que parodia el gusto por lo medieval en la literatura romántica.

    Este relato, que constituye una parodia del gusto por lo medieval en la literatura romántica, nos lleva hasta los tiempos de Maricastaña, que casada con el Rey que rabió de feo, tienen por único producto de su matrimonio a su hija Rosalinda. Ella está apadrinada por Cardona, el principal ministro de la corte, que al cumplir ella los quince años, plantea la necesidad de casarle con un buen marido. La muchacha se muestra conforme con la idea, aunque impone dos condiciones: que su futuro marido sea joven y guapo. Desde ese momento comienzan a llegar retratos de numerosos pretendientes hasta el reino de Babia. Cardona llevará a cabo desde entonces su plan para conseguir el enlace de Rosalinda con el príncipe de una isla vecina. Solo se encontrará con un obstáculo: las dimensiones nasales del pretendiente.

  • Imagen de cubierta Historia de un retrato

    Cuento que, a través de un retrato, reflexiona sobre lo pasajero de los afectos.

    Tres niñas, dos españolas y una cubana, se conocen en el colegio en que han sido internadas en París y se convierten en amigas incondicionales. Los años pasan y, obligadas a separarse, no les queda más remedio que mantener su amistad por la vía epistolar. Sin embargo, nunca tarda en llegar la falta de constancia en este tipo de relaciones y la distancia acaba imponiéndose a los buenos sentimientos de la amistad. Pero, casualidades de la vida, dos años más tarde, la narradora se reencuentra con su amiga Leonor en las calles de París. Esta es ahora una elegante señora, madre de una niña y esposa de un comandante de húsares. El retrato de este campea al frente del gabinete de Leonor y, a lo largo del relato, sirve como símbolo de los afectos efímeros.

  • Imagen de cubierta El poso del café

    Cuento donde un hombre asegura haber visto su destino en el poso del café.

    Es extendida la creencia de que uno puede averiguar lo que le depara la Providencia mirando los posos del café a la luz de la luna. De hecho, Cristian tiene plena confianza y fe en que así es. Por eso, considerado por sus vecinos aldeanos como un loco inofensivo, consigue reunir algún dinero para café a cambio de realizar diversos trabajos para los labradores del pueblo. Así es como acontece que un día Cristian se encuentra completamente demudado, pues asegura conocer el final de sus días. Cuenta a su amigo cómo ha visto en el fondo de la taza el retrato de una hermosa muchacha en la hoja de un puñal bien afilado. Desde entonces, a pesar de los esfuerzos de su amigo por sacarle de su convicción, Cristian se sume en un hermetismo misógino al mismo tiempo que siente enamorarse de la muchacha dibujada en el poso del café. Ahora bien, ¿ha visto realmente su final trágico en el poso de un café?

  • Imagen de cubierta Historia de un retrato

    Cuento que narra la historia de un retrato a lo largo de poco más de cien años.

    Eduardo de Lustonó plantea en este brevísimo relato la historia del retrato de una joven dama que contaba treinta años allá por el año de 1760. Mediante pequeños esbozos donde prima el ritmo de diálogos espontáneos y fluidos va saltando a lo largo del tiempo y el espacio para mostrarnos la mayor o menor fortuna con que lo van tratando los años tras su fallecimiento en el año de 1870, las segundas nupcias de su marido tres años más tarde, la herencia de los sobrinos de este cuando fallece en 1788, etc. Con una importante dosis de humor o recochineo, el retrato finaliza su historia completamente despojado de valor, como un auténtico zarrio que no tiene cabida en más lugar que entre los objetos que componen el atrezzo de una obra de teatro.

  • Imagen de cubierta El retrato y el pañuelo

    Cuento donde se confrontan los valores de un adulto de alta sociedad con los de un golfo callejero.

    Es día de revolución. Las calles de la capital se llenan de barricadas y gritos llenos de violencia contra el poderoso de ayer. Defenderlo requiere de mucho valor, heroísmo o abnegación. Pero no es el caso de uno de sus protegidos, a pesar de que es a ese hombre a quien debe su posición, nombre y riqueza. Así es que se debate ante el dilema de dar la cara por él o renunciar a su relación, simbolizada en un gran retrato del gran hombre que tiene sobre la chimenea. Su decisión contrasta con una segunda escena, donde Pesquis, un chiquillo miserable, golfo callejero que se gana la vida robando pañuelos a los señores en un gran paseo, se encuentra ante la tesitura de ayudar a su compañera teniendo para ello que delatarse.

  • Imagen de cubierta La hilandera

    Cuento donde un muchacho vence con su ingenio los obstáculos que se imponen a su amor.

    En casa de la tía Úrsula hay un dibujo que representa a una hilandera, de nombre Berta, trabajando en la rueca un copo de lino. En la familia nadie conoce el origen del hermoso dibujo, que muchos años después continúa, inamovible, sobre la campana de la chimenea. En el tiempo del relato, la vieja tía Úrsula vive con una nieta llamada del mismo modo que la hilandera, aunque mucho más bella si cabe que la del retrato. Tanto que la abuela piensa que un emperador podría dar su corona e imperio por su mano. Es por ello que no quiere darla en matrimonio a Maturino, un muchacho sin oficio ni beneficio, pero terriblemente enamorado de la joven. La vieja tía Úrsula, sirviéndose de un adynaton, le dice que podrá desposarla cuando la hilandera del dibujo concluya su trabajo. El amor hará que el muchacho aguce su ingenio.

  • Imagen de cubierta La viuda del grande hombre

    Relato galante del amor entre dos jóvenes tras la viudedad de ella.

    Todo comienza con la unión de una gran mujer y un gran hombre. Ella jovencísima de sobrada hermosura. Él hombre maduro considerado por todos como un gran artista y admirado y respetado como tal por la generación de los más jóvenes. Así, con sus cincuenta años y sus cabellos canos, el poeta y maestro sigue dando a luz producciones que son cada vez más apasionadas y viriles. Entre los discípulos a los que favorece con su afecto y amistad se encuentra el narrador de esta historia. Enviudada la joven, las pasiones entre ambos estarán presididas por la mirada que desde un retrato les lanza el poeta fallecido. Una vez más, Joaquín Dicenta plantea la tesis de la vida sobreponiéndose a la muerte mediante la pasión carnal.

  • Imagen de cubierta El cuadro de maese Abraham

    Relato fantástico donde confluyen un extraño lienzo y un matrimonio de conveniencia.

    Abraham es un avaro judío, chalán de antigüedades, en cuya tienda se haya una pintura sin figura, toda ella del color del chocolate, que atrae irremediablemente al protagonista del relato, un muchacho sin nombre presionado por su tío para casarse de conveniencia con una muchacha de una aldea de las montañas leonesas. Ya como propietario del cuadro, tras intentar en vano encontrar en él la figura que intuye, sigue el consejo del judío y lo coloca en la ventana del Mediodía. Esa noche es presa de ciertas visiones protagonizadas por su tío, la pretendida prometida y el judío. Al día siguiente, el sol ha dejado al descubierto un hermoso retrato del que el joven queda prendado… hasta que su tío decide venir a sacarlo de su ensimismamiento.

  • Imagen de cubierta El retrato

    Relato galante de la seducción de una joven viuda todavía enamorada.

    Carmen es una joven recientemente enviudada de un gran artista. Si bien su condición natural parece ser la de cortesana, no deja de ser suya también la cualidad artística y el porte de las grandes señoras. Así, sugerente y de una belleza exótica, rebosa de sensualidad y poder seductor sobre el narrador que protagoniza esta historia. No obstante, en ella existe un fuerte contraste entre sus sentimientos de fidelidad hacia el difunto marido y su exuberancia carnal de mulata blanca. Galanteada ahora bajo la atenta mirada del retrato del antiguo esposo, el que la enseñó a amar hasta ese punto donde se confunden el beso con el mordisco, lucha por no claudicar ante la llamada de nuevos amores. Sin embargo, los límites entre la amistad y la pasión cuando se ven a diario un hombre joven y una mujer bonita siempre son débiles.

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